El lector atento puede notar aquí que no decimos “Masonería como una Religión”, sino que decimos: «Masonería como Religión»; así intentamos mantener todas las cosas simples y dentro de los reinos de la universalidad y la accesibilidad.

Bien puede decirse que el hilo de nuestra continuidad Masónica será encontrado al seguirlo hasta un pasado oscuro, lejano y más antiguo, habiendo subsistido desde tiempos inmemoriales. Esta última frase pertenece a un período más allá del alcance de puntos de vista convencionales como habiendo existido de un tiempo en el que la «memoria del hombre no puede retroceder». Así se puede decir de la Masonería, o de aquello de lo cual es remanente, que es de tal antigüedad que ni la memoria ni la historia convencional pueden alcanzar.

La evidencia, vinculando nuestros trabajos Masónicos con los constructores de los antiguos días, será encontrada en un estudio de nuestros rituales y símbolos y en las alegorías de iniciación.

Nuestro linaje masónico es descendiente de una religión divinamente impartida, que antecede largamente a cualquier religión conocida a fechas principales del surgimiento de la humanidad. Nuestros rituales, los símbolos y los números son todo lo que nos queda de aquella primera religión unificada que prosperó en una antigüedad tan lejana que es imposible fijar una fecha; luego vino una era de muchos millones de años, de separación, de muchas religiones y de sectarismo. En este momento único en el despertar de la evolución espiritual de la consciencia de la humanidad, sin embargo, estamos esperando el albor del día de una nueva era en la cual aquello de lo cual la Masonería es un remanente, surgirá otra vez.

El nacimiento de esa religión primordial universal fue impartido a nuestros antepasados (que no fueron otra cosa que los agregados de nuestros yoes reencarnados) por los Sacerdotes-Iniciados de esas antiguas civilizaciones, Quienes quizás están más allá del alcance de la vista o reconocimiento de historiadores convencionales, y acerca de quienes la historia convencional probablemente no sabe absolutamente nada, a pesar de las tentativas de muchos de luminarias a través de las eras para traer tal conocimiento a nuestra atención.

Hace muchos millones de años, según la Enseñanza de la Sabiduría Eterna Universal, y mucho más allá de los cálculos de la historia o la ciencia convencionales, un cierto número de Señores de la Llama vino a nuestra Tierra, y –  junto con el Señor del Mundo, el Anciano de los Días – establecieron la Gran Logia en Alto, la Jerarquía Espiritual y verdadero gobierno interno y espiritual de nuestro planeta, y fueron los custodios de la revelación del Altísimo y la dieron a la Humanidad.

Establecieron esos landmarks que podrían y dirigirían a la raza infantil – buscando a tientas en la oscuridad de la ignorancia – hacia la luz del conocimiento, y los guiarían hacia una resurrección gloriosa final.

Así se puede decir que la Masonería es tan antigua como la humanidad misma, y que la religión es tan antigua como la Masonería.

Nunca ha habido un tiempo en la larga historia de humanidad en que la Gran Logia en Alto no haya dejado un testigo terrenal, y así, las Logias Masónicas actuales en la tierra son testigos de esa Fraternidad más grande de Luz Celestial.

Los Misterios de eras pasadas son parte de ese antiguo hilo que tiene su origen en esa religión primordial, y que termina hoy en día en la Masonería moderna.

Se ha sido dicho que “religión es el nombre dado al clamor invocativo de la humanidad y la respuesta evocadora de la Vida más grande a esa súplica”.

El momento que cualquier idea ingresa al ámbito religioso, gana el ímpetu inmediato del hecho de que las características sobresalientes de la consciencia humana son el sentido de lo más interno o Real, un reconocimiento de un destino subjetivo, y un conocimiento innato de alcanzar al Dios Desconocido. Por lo tanto, cualquier verdad o presentación de la verdad o método que tiene dentro la posibilidad de producir un enfoque más cercano a la divinidad, o a una comprensión más rápida del «Ser más profundo», evoca una respuesta y una reacción inmediatas.

El espíritu religioso de la humanidad está hoy más definidamente enfocado en la Realidad, a pesar de lo que los medios convencionales y superficiales pueden tratar de presentar como una oposición al hecho en su tentativa de ser lo que perciben erróneamente como «moderno» y secular.  Este factor espiritual y religioso por parte de la humanidad hace posible y potencial una visión de una nueva y vital religión mundial, un genuino enfoque espiritual a la Realidad, una fe universal que tiene sus raíces en el pasado, pero que también clarifica la nueva belleza que alborea y la revelación que se cierne sobre la humanidad.

Los fundamentos de toda verdadera fe religiosa permanecen, sobre los cuales debe ser construida una religión universal más nueva, y para este surgimiento no es necesario destruir lo que ha cumplido su demanda espiritual porque sólo las llamadas formas religiosas convencionales y no esenciales necesitan desaparecer sin duda. Las bases serán establecidas sobre aquellas verdades que han soportado la prueba de las edades y que han traído certeza y consuelo a hombres y mujeres por todas partes.

Estas bases son:

  • El hecho de la Deidad.
  • El hecho de la relación esencial e intrínseca con la Fuente divina.
  • El hecho de la inmortalidad y de la persistencia eterna, implicando necesariamente el reconocimiento de dos grandes leyes naturales: la Ley de Renacimiento y la Ley de Causa y Efecto, es decir, la ley del Karma, o de Causación Ética.
  • El hecho de la continuidad de la revelación y de los acercamientos divinos, llevando necesariamente al reconocimiento de que nunca – en la larga historia de humanidad –  la Deidad en tiempo o período mundial, se haya quedado sin testigo.

A estos hechos debe ser añadido:

  • El hecho del conocimiento seguro e innato del hombre de la existencia del Sendero a la Deidad (bajo cualquier Nombre) y su habilidad de hollarlo.

Todos estos hechos han sido preservados en la Masonería desde tiempo inmemorial.

El factor único de la Masonería al respecto es que habiendo preservado estos hechos fundamentales que pertenecen a la naturaleza más verdadera de «religión» no hay ninguna Identidad espiritual particular o Personalidad Divina en la Masonería alrededor de las que las religiones convencionales de las masas son reunidas y son dedicadas. Esto no es desprecio por tales cosas, ni un intento de presentar a la Masonería como una nueva religión mundial, ya que las principales religiones mundiales siempre han seguido el  Sendero presentado por alguna Personalidad divina Que ha puesto Su sello y ejemplificado en Su Vida un Sendero o una Manera que otros pueden seguir. Así, tales Personalidades divinas, por su Vidas y Modos de vivir ejemplares, han puesto su Sello sobre la eflorescencia de las culturas y de civilizaciones mundiales subsiguientes que han seguido sus Pasos. Uno tendría que ser sordo, mudo y ciego para no reconocer los vastos impactos y de gran alcance del Sello de la magnitud de una Vida como la de un Krishna, Buda o Cristo sobre generaciones sucesivas de culturas y civilizaciones ya que aquellas Vidas vividas divinamente de amplio alcance han acelerado culturas y civilizaciones y han mecido hemisferios en comparación con nosotros meros mortales que somos olvidados rápidamente poco después de nuestro deceso. Mantengamos todo en perspectiva.

Pero también busquemos preservar la Masonería en perspectiva. La Masonería es el custodio de un misterio espiritual y de un hermoso secreto que ha cautivado la imaginación de millones de hombres y mujeres a lo largo de las eras y a las cuales – aún hoy en día – muchos millones de personas de mente espiritual, todavía observan con un sentido de expectación, una revelación espiritual. Todavía permanece como el custodio de algo muy hermoso y, esto es presentido, incluso inconscientemente, por personas sensibles y religiosamente inclinadas, como una fuente continua de revelación concerniente a la naturaleza divina esencial del hombre, ya que concierne a la conexión de relaciones más íntimas entre una persona y su propia alma, más allá del dogmatismo de alguna religión convencional, y básicamente ha preservado esa verdad inherente que todos los verdaderos emisarios espirituales de la Gran Logia en Alto o la Jerarquía Espiritual (ya sea si es un Buda o un Cristo), han tratado transmitir siempre.

El credo de la antigüedad o la religión de un Masón básicamente tiene sólo dos principios fundamentales o básicos. Resumen y personifican todo lo que debemos saber en esencia, y todas las doctrinas y dogmas menores son sólo expansiones e interpretaciones de estas dos verdades fundamentales.

PRIMERO, que el Altísimo, como la fuente de toda Luz, vive y ES. Se expresa, en la nomenclatura Masónica, como el Gran Arquitecto del Universo, Quien fundó los mundos en el número y en Palabra, y por, en y a través Suyo los mundos fueron construidos. «Todas las cosas empezaron a existir por Él, en Cuya Luz andamos». Esta es una declaración de inmenso significado espiritual para los Masones por todas partes, y especialmente para los Masones de AUM.

SEGUNDO, que el hombre (significando el producto de manas o mente, o de la chispa espiritual de ignición del alma que «individualizó» la entidad espiritual, la cual por supuesto incluye tanto hombres como mujeres), es un hijo de la luz y por lo tanto inmortal.

El uso del término «hombre», aquí puede ser sometido y aceptado por aquellos de mente abierta e impersonal más allá de la ilusión de género, si es comprendido y aceptado que humanidad, o el género humano considerado esotéricamente como un todo (siendo un producto de la individualización del alma en la forma y por lo tanto concerniente a una «personalidad», como siendo el producto de la mente) y con todo el debido reconocimiento de que el alma mora – hablando esotéricamente – en los planos más altos de la mente en su “Templo de Salomón» (el cual es una referencia y símbolo esotérico del “cuerpo egoico o causal”,  como es llamado en la nomenclatura esotérica actual), y por lo tanto debe ser comprendido como el aspecto positivo o «masculino» de la expresión de la Vida Logoica (cuando se consideran los asuntos impersonalmente y macrocósmicamente a la luz de la ley de las correspondencias), mientras la evolución paralela de los devas es el aspecto “femenino” en ese Todo Logoico.  En el plano Búdico, «hombres y ángeles» se encuentran; pero hasta que tal realización en consciencia sea lograda y dominada, entonces se debe tomar en cuenta que «hombres y ángeles» son evoluciones paralelas y finalmente deben aprender a trabajar cooperativa y conscientemente juntos.

El «hombre» es por lo tanto un Hijo de la Luz, aunque aún vaga en la oscuridad de la ignorancia concerniente a su verdadera naturaleza como un Alma en esencia. Finalmente, hallará su sendero “a la casa” de la cual vino, es decir de donde vino originalmente como una Mónada divina o ser espiritual / divino.

Un TERCER principio puede ser presentado aquí en forma de una nota clave de la relación que existe entre el primero y el segundo, y emitido en la Masonería como: «El Alma es un Alma y la base de todas las relaciones fraternales«, teniendo en cuenta nuestra relación esencial como parentela del Padre Uno, o de la Vida Divina Una de la cual hemos procedido todos.

Por lo tanto, se puede decir que la LUZ, la HERMANDAD y la INMORTALIDAD son los puntos espirituales esenciales del CREDO MASONICO.

Así, será finalmente comprendido que los principios espirituales fundamentales de la Masonería yacen en el corazón de todas las verdaderas religiones, y que para un Masón, en relación a su participación en la Masonería es igualmente sano y puro a cualquier forma de observación o expresión religiosa o espiritual, y no necesita “disculparse o procurar justificarlo de ninguna manera en absoluto”. Un Masón verdadero es siempre de valor espiritual en su comunidad, dondequiera que él se encuentre.